En las cocinas de Galicia, se encuentra un plato que acompaña casi cualquier comida, desde mariscos hasta carnes. Estos bocados dorados, crujientes por fuera y tiernos por dentro, son el complemento perfecto. Los cachelos, patatas cocidas y luego fritas hasta lograr una textura inigualable, aportan una dimensión única a la experiencia gastronómica gallega. Su sencillez en la preparación y su capacidad para realzar el sabor de otros platos los convierten en un clásico imprescindible de la región, un acompañamiento que se saborea tanto como el plato principal.
Cachelos: Ingredientes y modo de preparación
Ingredientes:
- Patatas de piel gruesa (preferiblemente variedades como la Kennebec o la Agria)
- Agua
- Sal
Modo de preparación:
- Lava bien las patatas bajo agua fría para quitarles cualquier suciedad de la piel.
- Pelar las patatas, si lo deseas, aunque tradicionalmente se dejan con la piel.
- Corta las patatas en trozos grandes y uniformes, generalmente en forma de dados o cubos.
- En una olla grande, agrega las patatas y suficiente agua fría para cubrirlas por completo.
- Agrega una pizca generosa de sal al agua.
- Lleva la olla a ebullición y cocina las patatas a fuego medio hasta que estén tiernas pero no desmoronándose, lo que generalmente toma alrededor de 15-20 minutos desde que el agua comienza a hervir.
- Una vez cocidas, escurre las patatas en un colador para eliminar el exceso de agua.
- En una sartén grande, calienta suficiente aceite (generalmente aceite de oliva) a fuego medio-alto.
- Fría las patatas escurridas en el aceite caliente hasta que estén doradas y crujientes por fuera.
- Retira las patatas fritas del aceite con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
- Sirve los cachelos calientes como acompañamiento de tus platos gallegos favoritos.
Como mejorar esta receta de Cachelos
Los cachelos, una delicia culinaria de Galicia, podrían elevarse a nuevas alturas de sabor y textura mediante una variante moderna. Explorar diferentes cortes y técnicas de cocción, como el asado o la incorporación de hierbas frescas, podría transformar este clásico acompañamiento en una experiencia aún más gratificante para el paladar. La clave reside en encontrar un equilibrio entre la tradición y la innovación, ofreciendo a los comensales una versión actualizada que conserve el encanto atemporal de los cachelos.